
A partir de ese momento los bolsos pasaron a ser un privilegio exclusivamente femenino, pues en un comienzo las mujeres empleaban bolsillos removibles ocultos bajo las faldas. El mercado femenino las usaba en ese entonces para cosas específicas, para guardar la costura o cartas de amor.
Cuando los vestidos y faldas se hicieron más cortos, a principios del siglo XIX, se perdió el espacio para las bolsas ocultas. La bolsa de mano salió a la luz en gran amplitud de modelos y tamaños. Las mujeres tenían bolsas de mano bordadas por ellas mismas o profesionales. De hecho en las primeras revistas femeninas venían los patrones para que las lectoras bordaran e hicieran las suyas.
Con la llegada de la Revolución Industrial se fabricaron en masa, utilizando materiales que reflejaban la moda. En ese momento importantes firmas como Loewe y Louis Vuitton entendieron el encanto y magia de este accesorio, al ser las pioneras en volverlos artículos de lujo.
En el siglo XX con el boom de la cosmética femenina era necesario un complemento para que las mujeres pudiesen guardar su lipstick, lo que provocó el desarrollo de materiales baratos como el plástico para abaratar el costo de los bolsos.
¿Porqué amar una bolsa?
Las bolsas tienen una estrecha relación con la belleza de la mujer y su sexualidad, basta con mirar sus aperturas invitantes y espacios internos misteriosos.
Pero más allá de esta perspectiva freudiana, la bolsa es la única amiga fiel de las mujeres, ahí guardan sus secretos pues es el único lugar privado y meramente suyo. Si hubiera una guerra, la mujer se lleva su bolsa de mano pues contiene toda su vida, y no menos importante es el hecho de que una bolsa está contigo cuando sales de fiesta a divertirte.

Además los bolsos suelen ser más que simples accesorios, pues expresan la creatividad e individualidad de su propietaria. Por eso cuando una mujer escoge un bolso se vuelve una decisión tan difícil. Tal momento es equiparable a la elección de novio: se trata de no equivocarse en la elección, pero hay tanta variedad que no podrías pasar toda la vida comprando nuevas.
Algunos antropólogos opinan que el aumento del deseo de tener una bolsa viene de la incomodad de las mujeres con sus cuerpos. Es más sencillo buscar la bolsa perfecta que el cuerpo perfecto.
Los bolsos son los objetos de deseo y de envidia, artículos de lujo por quienes quieren sentir el placer de lucirlos primero. Basta recordar las grandes listas de espera del Birkin y otras peripecias de Vuitton y Chanel.
Hoy las grandes marcas y la sociedad actual se han abierto a la fabricación de bolsos masculinos para la nueva generación de hombres preocupados por temas como la moda. Sin embargo, confió en que los bolsos siempre serán los símbolos de la identidad femenina. Las preguntas al aire: ¿Qué opinas de un hombre con bolso? ¿Qué bolsos te hacen perder la cabeza? ¿Qué expresa tu bolso de ti?