Cuando muchos pensaban que había dado lo mejor de sí con su anterior álbum y el último aire de creatividad había terminado, Madonna nos sorprende con un “caramelo macizo” que nos recuerda lo dulce y amarga que puede ser la vida.

Con mucho hip-hop, R&B e infinidad de “ese que se pega demasiado”, nació Hard Candy, el onceavo álbum de estudio de la Diva de Malawi, posicionado número uno en ventas en 23 países gracias a su intersección de ritmos y vibraciones tan irónica como la existencia misma. La receta del éxito: letras agresivas y sonidos muy empalagosos.

En comparación a materiales anteriores, es la primera vez que Madonna incluye colaboraciones con Pharrel Williams, Timbaland, y Justin Timberlake. La última vez que hizo esto fue en 1994 con Babyface en la aclamada balada Take a bow. Pero la verdadera sorpresa es que en esta ocasión tuvo también a este trío como productores. Mirwais, Orbit y Price quedaron en el olvido.
Hard Candy abre con Candy Shop, canción con intervenciones de Timbaland y que misteriosamente estaba destinada a ser el primer single del disco. Luego sigue el sencillo 4 Minutes, una melodía pegajosa que aturde placenteramente, por un ritmo repetitivo lleno de trompetillas y “tic tacs”. Quizás es la canción más odiada por los fans de Madonna pues le otorgarle la mitad de protagonismo al ex de Britney Spears.
A continuación llega Give it to me, explosivo éxito total que pinta para segundo sencillo debido a sus rápidos estribillos que invitan a un baile contagioso de sensualidad (Don't stop me now, don't need to catch my breath).
Dentro de las cartas fuertes del disco están Beat goes on, cuyas referencias acústicas se acercan al nivel de Give it to me. Sus líricas retratan lo extenuante y necesaria que es la fama, como ya lo hizo en Paradise not for me y Let it will be (I admit that flashin' lights so I live that…Fame is a drum, wanna hit that?)
Shes not me es una de las canciones más alabadas del material por los admiradores. Una de las facetas de la verdadera Madonna queda al descubierto en la letra de la pieza con un pegajoso coro de “She is not me”. Si algo resulta innecesario en esta melodía es el rap de Pharrel Williams. Lo que no nos gusta, son los cambios de ritmo tan bruscos y que causan indiferencia, por parte melodías como Incredible, Dance 2night, Heartbeat y Miles Away. Simplemente propuestas ambiciosas que no cuajaron.
Como propuesta de mercadotecnia y con objeto de reconquistar al mercado hispano, enojado con la Chica Material por no pisar Latinoamérica en más de 10 años; se encuentra Spanish Lesson, una pésima muestra de la Sra Richie hablando en español con toda intención, pues lo ha hecho mejor en Verás y “ Who´s that girl. Con broche de oro Madonna cierra el álbum con dos excelentes canciones: Devil Wouldn’t Recognize You y Voices. La primera es una de las más hermosas canciones de amor con gran influencia de Cry me a river de Timberlake (The angels they surround my Herat…Telling me to let you go). Voices culmina Hard Candy con una pregunta “Who is the master and who is the slave?”; Mediante sonidos estilo Massive Attack; Madonna asegura que si hay una voz que ha conocido el éxito, es la de ella.
La evaluación final es muy favorable. A los fans les dice que la diva nunca los defraudará, mientras que al resto del mundo les dejará un buen sabor de boca. Hay canciones de excelente corte y otras que dejan mucho que desear. No obstante, la propuesta musical sugiere la consolidación y evolución de Confessions on a dance floor (su disco anterior). Compruébalo a finales de este año cuando la diva visite México con su Sweet and Sticky Tour.
Un disco para oír cientos de veces, que puede parecer desechable y poco bailable para los más sosos, pero los expertos quedarán sorprendidos. Excelente por las colaboraciones con los actuales íconos de la música comercial, que le aseguran a Madonna un mayor posicionamiento en el mercado juvenil. Además Madonna luce sensacional y hermosa.
¿Quién no ha bailado, cantado o escuchado una canción de Madonna? Si queda alguien que haya dicho que no, es porque definitivamente no conoce a la camaleónica emperatriz del entretenimiento moderno, ni a la Reina de la música contemporánea; que cada vez nos demuestra que tiene mucha más tela de donde cortar para asegurar su trono. God saves the queen!